lunes, 7 de noviembre de 2011

CUSCO VERSUS CUZCO

Joan Bosch i Planas. Investigador y escritor

joanboschiplanas@hotmail.com

Pasan los meses y el compromiso de actualizar la grafía del sustantivo “Cusco” allí donde erróneamente consta todavía “Cuzco”, sigue demorándose. Conocidas e importantes empresas públicas y privadas de la provincia, siguen manteniendo en el centro del “cuco” la zeta heredera de la modalidad lingüística andaluza, extremeña y castellana, transportada y trasplantada a estas tierras por los conquistadores.

A poco menos de dos meses del término de este año 2011, en el transcurso del cual se ha conmemorado el centenario de la proyección del santuario de Machu Picchu al mundo, hecho que se ha destacado como un gran acontecimiento y que ha servido para actualizar y difundir las características y el patrimonio de la provincia y la ciudad del Cusco, las repercusiones originadas a raíz de aprovechar este tipo de circunstancias han sido, y continúan siendo absolutamente positivas para casi todos los ámbitos sociales autóctonos. No obstante, cercanos también los cuarenta años de la aprobación por el Consejo Provincial de la grafía del topónimo que habría de identificar y definir correctamente a la Capital Histórica del Perú, ni celebraciones como la anteriormente expresada han logrado culminar el concepto de dar a conocer, de manera generalizada, la auténtica denominación del lugar donde se han producido.

Se cuentan con los dedos de una sola mano, las empresas de transportes de viajeros que recorren con sus efectivos el amplio espacio peruano con destino a Cusco o con parada en la ciudad, en las que consta impreso en sus pasajes el nombre correcto de la antigua capital inca. La Administración Postal de la ciudad, tampoco ha actualizado aún su verdadera ubicación ya que sigue operando desde la ciudad de “Cuzco”. Y, quién sabe si es, precisamente, consecuencia de ese contexto, que la mayoría de las ediciones de tarjetas postales que desde las oficinas de Correos se remiten a todos los puntos del planeta y que fueron adquiridas en las tiendas del Cusco, llevan, por obra y gracia de “Tierra Firme Ediciones”, distribuidora con sede en Lima, la estampación “Cuzco” en su cara principal.

Y no es solamente en Cusco y en algunos otros sectores del país que parece haber cierto desinterés por reajustar adecuadamente la grafía de la denominación de la ciudad, sino que esta presunta pasividad local y regional llega, incluso, a contagiar de manera determinante otras iniciativas como la del ayuntamiento municipal de Barcelona, el cual no tiene prisa en remediar el mal título de las placas de la calle que pretende recordar la existencia de Cusco, como la capital histórica del Perú. Sin embargo, en este sentido y según las últimas noticias, después de varios meses de coherente insistencia, ésta va a dar sus frutos en las próximas semanas cuando el cambio de las mencionadas placas se materialice de forma prioritaria por delante de las ochocientas que les restarán pendientes de colocación, según comentaron los mismos responsables del nomenclátor de la ciudad catalana. No cabe duda que la sustitución de las placas, honraría a Barcelona en este año conmemorativo, a la vez, que significaría un nuevo y renovado reconocimiento al Cusco y, por extensión, a Machu Picchu.

No puede esperarse que situaciones como las descritas, las cuales no se darían si desde la base, es decir, si las mismas instituciones cusqueñas las intentaran remediar con efectivas campañas de sensibilización política y social, vayan a resolverse de manera natural, cuando visitantes y turistas, después de haber pisado la ciudad, pregonen que han estado en Cusco, porque, incluso desde ahí, desde el “ombligo del mundo”, no se les puede asegurar que han estado en el Cusco y no en “Cuzco”.

La más reciente edición, datada el año 2005, del Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española, contempla el uso preferente de la grafía Cusco en el Perú, autorizando, nos dice, su uso ortográfico con “s”. Es curioso observar que dicha formulación omite la Resolución aprobada por las autoridades cusqueñas en 1972, año en que quedó definitivamente oficializado el topónimo de la ciudad con la “s” en el centro, en lugar de la “z” transferida desde España. Es importante tener en cuenta que el formulado al que hacemos referencia, forma parte del articulo correspondiente a la palabra “Cuzco”, del mencionado diccionario, puesto que el vocablo “Cusco”, continua siendo inexistente. Asimismo, la definición acaba considerándose totalmente completa, cuando enuncia que el topónimo con la zeta intercalada entre las dos sílabas, tiene mayor presencia fuera de Perú, en el resto del territorio americano y que es de uso común en Europa sobre todo de los castellanohablantes.

Así las cosas, poco hay que decir de la Academia Peruana de la Lengua, la cual, a pesar de su permanente campaña por recuperar peruanismos y variantes de nombres propios usados en diversas regiones del país, prefiere acomodarse en las líneas traseras y no abanderar ni solidarizarse con la idea de que el “Cusco” más cercano al pueblo existe y que más tarde o más temprano podría triunfar por encima del lejano “Cuzco” colonial.

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